Si la dieta y el ejercicio no te ayudan a mantener niveles normales de glucemia, el siguiente paso es el uso de fármacos. Dado que éstos ayudan a bajar los niveles de glucemia de diferentes maneras, el médico puede hacerte tomar más de uno; en muchos tratamientos se asocian dos o más tipos de fármacos. Y recuerda que el hecho de empezar a tomar medicación no quiere decir que tengas que dejar de preocuparte de la dieta y el ejercicio.
Hay dos tipos de fármacos para tratar la hiperglucemia: los antidiabéticos orales y la insulina. Los antidiabéticos orales no se utilizan en el tratamiento de la diabetes tipo 1; únicamente se usan en el tratamiento de la diabetes tipo 2. Éstos están formados por cuatro grupos:
1-. Fármacos reguladores de la secreción de insulina: ayudan a liberar más insulina. Suelen ser administrados en pacientes diabéticos sin sobrepeso o con sobrepeso ligero.
– Las sulfonilureas actúan estimulando la secreción de insulina por el páncreas y potencian la acción de la insulina sobre las células para que puedan absorber mejor la glucosa de la sangre. Sus efectos secundarios son las hipoglucemias y el aumento de peso.
– Las glinidas se usan cuando lo que predomina son las hiperglucemias tras las comidas. Su mecanismo de acción es similar a las sulfonilureas, pero su efecto dura menos tiempo, produciendo una mejoría significativa del pico glucémico postprandial y disminuyendo el riesgo de hipoglucemia. Presentan menor cantidad de efectos secundarios y contraindicaciones (pueden administrarse en pacientes con insuficiencia renal).
2.- Fármacos que disminuyen la producción hepática de glucosa. El único fármaco en uso es la metformina, de primera elección en pacientes con diabetes tipo 2 con sobrepeso u obesidad. Actúa sobre todo reduciendo la liberación hepática de glucosa y, además, es supresora del apetito. También tiene efectos favorables sobre el colesterol, disminuyendo su nivel total y los triglicéridos. Se asocia a una reducción de los niveles de vitamina B12. Sus efectos secundarios son las alteraciones gastrointestinales como diarrea, náuseas, vómitos, dolor abdominal y posibles anemias por deficiencia de vitamina B12.
3.- Fármacos que retrasan y/o disminuyen la absorción intestinal de azúcares. Aquí tenemos la acarbosa. Está indicada en diabetes no controlada adecuadamente por la dieta para corregir hiperglucemias moderadas, fundamentalmente tras las comidas, cuando los niveles de glucosa antes de las comidas son aceptables. Actúan retrasando la digestión de los azúcares en el intestino delgado, lo que reduce los picos glucémicos tras la ingesta. Los efectos secundarios provocados por la fermentación de los azúcares no absorbidos en el intestino grueso pueden ocasionar flatulencias, meteorismo, dolor abdominal, diarrea, náuseas o vómitos.
4.- Fármacos que disminuyen la resistencia a la insulina. Su introducción al mercado es reciente. Aumentan la captación de insulina por parte del tejido adiposo y muscular, los tejidos insulino-sensibles. Aquí tenemos la Pioglitazona, que está contraindicada en pacientes con insuficiencia cardiaca y hepática grave.
Por tanto, puedo resumir que si la hiperglucemia es leve y de predominio postprandial se puede iniciar el tratamiento con acarbosa. En pacientes con sobrepeso, el fármaco de primera elección es la metformina. Si la hiperglucemia postprandial es muy elevada se utilizan las glinidas.
La insulina, es mejor dejarla como última opción, excepto en situaciones de hiperglucemias severas mantenidas, en caso de embarazo o previsión de embarazo a corto plazo o ingreso hospitalario por situaciones agudas. En todas estas situaciones, una vez normalizada la situación clínica, se pueden utilizar de nuevo fármacos orales.